¿QUÉ CUIDADOS PARA LOS NIÑOS «PRIVADOS DE HISTORIA»? LA EXPERIENCIA DEL INSTITUTO PIKLERLOCZY*
WHAT KIND OF CARE FOR CHILDREN «DEPRIVED OF HISTORY»? THE EXPERIENCE OF THE PIKLER-LÓCZY INSTITUTE
Bernard Golse**
LA IMPORTANCIA DE LAS TRABAJOS DEL INSTITUTO PIKLER-LOCZY
Los puntos centrales de la visión pikleriana son la coherencia y la continuidad de los cuidados (alrededor de la noción de la persona de referencia), la importancia atribuida a los momentos de actividad libre (la libertad de movimiento físico que proporciona las bases para la libertad psíquica posterior), el acento puesto en la calidad de los encuentros individuales dentro mismo de la vida en colectividad, y el respeto finalmente de los ritmos propios del desarrollo de cada niño.
Nos damos cuenta de hasta qué punto nos resultan útiles los trabajos del instituto Pikler-Loczy a la hora de pensar en una prevención del impacto de las violencias
colectivas, motivo por el que este instituto, vuelvo a repetirlo, había sido creado como respuesta a las catástrofes humanas provocadas por el último conflicto
mundial.
Dicho esto, me gustaría ofrecer algunos ejemplos de las reflexiones efectuadas a cabo en Loczy y que me parecen cruciales en una época como la nuestra.
• Cuanto más agitada está una sociedad, menos tolera a los niños agitados pero paradójicamente más crea las condiciones para su agitación, e incluso su hiperactividad. De ahí el relieve fundamental de los trabajos de Loczy que insisten en la necesidad del respeto de los ritmos del niño para poder garantizar la armonía de sus adquisiciones psicomotrices en concreto. Pero van más lejos aún. Los jardineros suelen decir que no sirve de nada tirar de las hojas para que crezcan… Lo mismo ocurre con el crecimiento y la maduración psíquicas del niño que tienen que surgir de su interior; se trata de procesos endógenos que necesitan del encuentro con adultos que ni practican el forcing ni funcionan en forma de anticipación ansiosa, sino que se limitan a estar atentos para tirar suavemente del niño hacia adelante con el suficiente tacto, suavidad y respeto
de su propia dinámica. No se trata de un elogio de la lentitud, sino de un elogio de la capacidad para tener en cuenta las especificidades de cada niño y los ritmos propios de cada bebé, algo que ya de por sí nos suscita mucha admiración.
• Un segundo punto tiene que ver con las aportaciones de Loczy a la cuestión de la simbolización en el bebé. En efecto, pienso que la alternancia bien pensada entre los momentos de encuentro individual entre los bebés y sus cuidadoras, y los tiempos de actividad libre junto al adulto, favorece de hecho una dialéctica muy constructiva entre
los procesos de simbolización del objeto en su presencia y los procesos de simbolización del objeto en su ausencia.
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